Tributos

miércoles, 27 de junio de 2012

Capitulo 13: Esgrima

Aquí esta el capítulo, tributos. Ya falta poco para la Arena, ¡ah! Volveré a escribir recuerdos de los Juegos de Annie, pero un poco más adelante.
Muxus!

La voz de un hombre me despierta. Estoy tumbada en el duro sofá del Salón y el hombro me tira. No recuerdo gran parte de la pelea con el entrenador, pero siento un poco de felicidad y orgullo, por lo que supongo, le ganaría. Me fuerzo a abrir los ojos y la fuerte luz de la lampara me golpea, guiño varias veces hasta que me acostumbro a la luz y luego me fijo en las dos personas que están sentadas frente a mí.
-Ho-hola-digo.
Peeta sonríe pero Darrent se limita a agachar la cabeza y espetar:
-Estábamos esperando a que te despertaras.
-Una pelea muy intensa-me dice Peeta.
Sonrío y me recuesto en el sofá, sí, tengo que haber ganado. Entonces observo mejor su rostro y veo que tras la sonrisa de Peeta se oculta la preocupación en sus ojos.
-Peeta, ¿Que ocurre?
-Nada grave, creerme, es simplemente que ha vuelto a haber cambios-nos dice delicadamente.
-¿Qué... clase de cambios?-pregunto confusa.
Él cabecea y nos mira.
-Mañana no os dejaran tiempo para entrenar antes de la sesión privada.
Lo pienso y digo:
-Bueno, y ya he practicado bastante.
Darrent asiente, conforme con mi respuesta.
-Y mañana a la noche, después de la sesión... habrá una especie de fiesta-comenta Peeta.
-¿Fiesta?-pregunta Darrent confuso.
Mi mente no puede relacionar el hecho de que vaya a ver una fiesta en medio de todo aquel caos y menos aún el último día.
-Más bien, será una cena a la que asistirán los tributos, los mentores y los rebeldes que se encargan de evaluaros. Y a la tarde... Coin ha pedido expresamente hablar con algunos tributos a solas.
La última frase es la única que me llega y la mirada que me dirige Peeta confirma algo más.  Tendré que ver a Coin cara a cara y enfrentarme a ella.
-No puedo-le digo desesperada.
Él se gira y me mira extrañado
-¿Por qué no?
Estoy tentada de contárselo, desahogarme con alguien de una vez por todas y poder respirar. Pero no lo hago, y me sigo ahogando.
-Simplemente, no puedo -me levanto y cuando estoy en el descansillo repito- No puedo, Peeta.
Corro a esconderme en mi cuarto y me hundo entre las mantas. Ocultándome del mundo, que me oprime. Me salto la cena, ya que no quiero discutir el tema y duermo con la ropa del entrenamiento.
Despierto sumida en una completa tristeza, y prácticamente tengo que arrastrarme para ir al Gimnasio, donde seré la primera en mostrar mis habilidades, aún sin haber pensado en un buen show.
Cuando llego abajo veo que todos estan sentados en los bancos, dando pataditas nerviosas o mirándose unos a otros. Me siento al lado de la pelirosa y dos minutos despues me llaman.
Entro temblando, y totalmente paralizada por lo que me espera. Me acerco a las espadas, haciendo caso omiso a las miradas curiosas de los rebeldes. Cojo mi favorita y me quedo pensativa mirando el gimnasio, buscando una idea desesperadamente.
Entonces se me ocurre una muy descabellada.
Dejo la espada en el suelo y corro al otro lado del Gimnasio. Arrastro los muñecos y las cuerdas, los ato, con un sencillo lazo, a las espalderas. Voy al puesto de camuflage y cojo varios potingues y en cada uno de los muñecos voy pintando un número, exceptuando el uno y el tres.
Recojo la espada, me coloco en guardia y observo a los muñecos como si fueran mis enemigos y me fueran a atacar. Pero esa táctica no funciona conmigo y me quedo encorvada observándolos hasta que una risa me devuelve a la realidad y me enfurece. A los dos primeros les corto las manos en unos movimientos ligeros y a los últimos los decapito, para luego ensartar sus cabezas con la espada.
La tiro al suelo sin ninguna delicadeza, me vuelvo y hago una reverencia.
-Quien ríe último ríe mejor-susurro para mí.
Y en todo el camino hasta la salida, los ojos de Coin me abrasan con la mirada.

Antes de la guerra...

Una línea golpea el hombro de la joven y se tambalea hacía atrás. Mira a su entrenador, y contraataca  dando un salto y obligándole a retroceder. Consigue ponerse en guardia de nuevo y cuando va a volver a atacar, abren la puerta y los alborotados rizos de su madre se asoman.
-Sophie... ¡Oh, Díos mío! ¡No sé como te gusta esto, con lo horrible que es!-dice tapándose con las manos la vista.
La muchacha se detiene, se quita la careta y despide con un gesto a su entrenador. Mientras se quita los guantes su madre murmura atolondradamente:
-Desde luego, hija, no se para que aprendes estás cosas, solo consigues darme sustos...
-Mamá, como bien dijo el abuelo, defenderé mi honor y mi sangre algún día, imaginate que me toca luchar de verdad-dice Sophie con determinación.
Ella se coloca la mano en la frente y se aparta sus rizos anaranjados.
-Hija, no me digas esas cosas, que me asustas. Y ven, que tienes que vestirte para cuando comiencen los Juegos.
Caminan por los largos e interminables pasillos de la mansión, hasta llegar a una puerta blanca con adornos de oro. Dentro los estilistas de Sophie se muestran tan horrorizados como su madre, pero estos por el traje que lleva puesto.
-Es para que no me haga daño-explica la muchacha mientras ellos examinan la gruesa tela blanca.
-¡Pero es hogible!-dice con su extraño acento una estilista de cabellos turquesa-¡Debegia seg ilegal vestig así!
Su madre se va y la deja con sus estilistas, que la desnudan, la lavan y la embellecen de nuevo. Luego, la visten con una larga falda negra y una camiseta con la imagen de un tigre, que es lo único que le saca una sonrisa.. Le alisan los cabellos plateados, la maquillan, y finalmente la dejan marchar.
Aún falta media hora para que los Juegos comiencen cuando llega a la Sala, donde lo verá con sus padres. Gracias a su posición, pueden ver lo que ocurre antes de la Arena, en la Sala de Lanzamiento. Los profesionales se muestran algo nerviosos pero en comparación con el resto están muy tranquilos. Sophie no puede evitar sentir una punzada en el corazón cuando ve a Finnick y a Mags en sus puestos. Por último, muestran a los amantes del Distrito Doce, separados por una delgada línea negra en la pantalla.
Son los favoritos para ganar, aunque que Sophie sabe que a su abuelo no le hizo gracia la actuación de la chica en la entrevista con Caesar, y menos aún su cambio de vestuario. Aunque en el fondo, le da pena que vaya a los Juegos de nuevo, estando además embarazada.
Comienza la cuenta atrás y fijan la vista en la pantalla, exactamente como lo estará haciendo ahora mismo todo Panem.
Y cuando suena el Gong ella se levanta y sale de allí.

6 comentarios :

  1. Está genial Nina!!
    A ver cuando cuelgas el siguiente!!
    JaJaJa
    Ecribes genial y cada día te superas!
    ;)
    Besoss y Suertee!

    ResponderEliminar
  2. Nina dos pregunta..
    1-Los juegos que has descrito en este capitulo, son los de Annie cresta o los de Finnick? lo digo porque en capitulos anteriores te referias a Annie..
    2-cuando hablas de los amantes del distrito 12..te refieres a Peeta y katniss no? Porque has puesto antes de la guerra (osea en los 75ªJDH)ademas en esos juegos es cunaod Peeta se inventa que ella esta embarazada..
    porfavor solucioname estas dudas. Gracias :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con mucho gusto! Deje como pista para que supierais cuantos años tenía Sophie en este capítulo cuando dijo lo que le dijo su abuelo sobre defenderse, por que eso ocurrio en la fiesta de su 17º cumpleaños. Pero te explico:
      1-No son los 75º Juegos del Hambre, el segundo vasallaje
      2-Si me refiero a ellos como amantes :D
      Muxus!

      Eliminar
    2. Si, soy extremadamente torpe :S pero esque no me entero de mi pregunta uno
      "Sophie no puede evitar sentir una punzada en el corazón cuando ve a Finnick y a Mags en sus puestos"
      con esta frase te refieres a como mentores no?

      Eliminar
  3. Alusinante! Es adogable! Tan pegfecto! Y la histogia es tan hegmosa! Jaajajaja, pues eso, BRAVO!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! La vegdag no sabia si os iba a gustag mucho, estab un poco inseguga!! Jajajja subige el proximo pronto!

      Eliminar