Tributos

martes, 2 de julio de 2013

Capítulo 44: Enemigos Públicos

Jjajaaj ¿no pensasteis que renovaría tan rápido, eh? Bueno, ahora que me estoy acostumbrando a escribir de nuevo creo que renovaré un par de veces por semana, mañana puede que renueve por que ya he empezado el capitulo 45. Espero que os guste, este lo he hecho largo.

¡ZAS! Las tijeras rasgaron el aire llevandose consiguo unas cuantas ramas y hojas. Las apartó llevándolas a un rincón y volvió a alzar la tijera.

-Señorita Flickerman-dijo una voz  a sus espaldas.
¡Zas! La tijera se movió involuntariamente hasta su brazo haciendole un leve corte. Las tijeras cayeron al suelo y su mano cubierta por un guante marron voló hasta su herida, presionandola. Miró al causante de su sobresalto.
-Su padre nos dijo que estaría aquí.
Cuatro hombres vestidos con uniformes del Distrito 13 cubrían a una menuda y pálida mujer. Tenía el cabello anaranjado, muy liso y largo, el rostro tenía unos tatuajes dorados alrededor de los ojos de color ambaríno y pestañas rojizas. Vestía un traje algo extravagante y grande para su figura, un vestido abombado de color turquesa con plumas y gemas, y en los pies unos zapatos de tacón del mismo color y de por lo menos diez centímetros.
Ella carraspeo y volví a centrarme.
-¿Si..?-pregunte titubeante mientras apretaba la herida.
-Soy Cire, la Jefa de los Vigilantes, la encargada de realizar los pasados Juegos. Mis más sinceras enhorabuenas.
Ignore sus felicitaciones.
-¿Y que le trae por aquí?
Ella me observo con nerviosismo.
-No aqui. Vistase y prepare una maleta pequeña, la llevaremos con nosotros.
-Pe-pero... ¿adonde?-uno de los hombres se situó detras de mi y me guió hasta la puerta de mi casa, donde me esperaba mi hermano, Amadeon, que trataba de limpiar la escalera.
-Hola, Amadeon-dije entrecortadamente.
-¿Que tal te ha ido con el laberinto? ¿No te has perdido verdad?-respondió él riendo.
Entonces se levanto y vio al grupo situado tras de mi y la sonrisa se borro de su rostro.
-¿Quien...?
-Tengo que irme, volveré tarde. ¿Papá sigue en el laberinto?
-No, hace un rato lo vi entrar en casa.
Me acerque a él y rapidamente me agarró el brazo, tiro de mi y me susurro:
-Te juro que yo no les he dejado pasar.
-No nos ha hecho falta-dijo la mujer y ambos pegamos un brinco sorprendidos-Tenemos un mapa del laberinto.
Amadeon me miro confuso y asustado. Observe a la mujer haciendo un gesto con la mano y al instante uno de sus hombres se coloco a mi lado. Ella me sonrio.
-Esperaremos aqui, no tarde.
La mire durante unos segundos más y despues me introduje en la casa con Amadeon de la mano. Subimos las escaleras con rapidez, aun seguidos por aquel hombre. Una vez arriba meti a mi hermano en mi cuarto y me gire para encarar a aquel hombre.
-Saldre enseguida, necesito cambiarme.
No le di tiempo a responder, cerre la puerta y eche el pestillo. Agarré a Amadeon que temblaba incontroladamente y lo abrace con fuerza.
-¡No quiero que te vayas!-me dijo entre lagrimas que trataba de ocultar.
Lo abrace con más fuerza aún y revolví su cabello azulado.
-No te preocupes, esta vez volveré, no te preocupes.-En un principio había querido decir "esta vez no quieren matarme" pero no quiso asustarlo.
Ademas, aun no sabía que querían.
Llevo a su hermano de vuelta a su habitación, a la que podía llegar por una puerta oculta tras su estantería, una idea de su padre. Una vez a solas comenzo a desvestirse, esparciendo por doquier sus amplias y sucias ropas de trabajo. Rebuscó en el armario y saco un vestido blanco con pequeños detalles en dorado y unas botas a juego. Recogió su cabello en una larga trenza y se maquilló con esmero. Al acabar se miro en el espejo y sonrió un poco. "Quien hubiera pensado que hacía una semana estaba en los Juegos del Hambre y ahora... en fin, mirate" pensó, con tristeza. Sacudio la cabeza ante tales pensamientos y metió en una mochila unas pocas prendas cogidas al azar y unas botas robustas de recambio.
Llamaron a la puerta.
-¡Ya voy!
Alise el bajo del vestido y me observe una ultima vez antes de salir. El hombre me dirigió una mirada aprobadora y me agarró suavemente del brazo hasta llegar a donde Ceri y sus guardianes y... ¿papá?
-¡No pueden llevarsela! ¡No otra vez!-exclamó él desesperado.
-Tan solo serán unos días, no le pasará...
-Me da igual. No me importa si son solo horas o años, no se la llevaran.-afirmó rotundamente.
-Papá-dije suavemente, él se sobresalto y me miró-No te preocupes, esta bien.
-No, Nata...-lo interrumpí a la mitad y le susurré:
-No servirá de nada, me llevarán de una manera u otra.
Resignado, mi padre se apartó y dejo que me uniera a ellos.
-Por lo menos me gustaría saber a donde se la llevan.-se quejo.
-Pronto le informaran de ello. A usted y a todos.-dijo Cire.
Abrace una última vez a mi padre y me interné en el laberinto con aquellos extraños.

-Christian, para, para, por favor. Por favor, no lo aguanto más...-sollocé.
Él se detuvo y me dejo en el suelo, liberé su cuello del agarre de mis manos y las coloqué entorno a mi herida, que había comenzado a sangrar de nuevo. Christian me observó angustiado, sin saber que hacer.
-Por favor, me duele, para.
-Esta bien...-me volvió a coger y comenzo a caminar con más rapidez, pero de repente se detuvo.
-¿Que ocurre?-me queje.
Él no me respondió, simplemente se quedo mirando fijamente unos hombres vestidos con uniformes grises y armados con pistolas. Aunque no podía verlos bien, deduje quienes serían.
-Christian...-gemí.
Nos ocultamos en un oscuro callejón hasta que se marcharon. Las lagrimas comenzaron inundar mi rostro y tuve que reprimir los gritos y maldiciones que luchaban por salir. Andamos, (o mas bien ando ya que seguía llevandome en brazos), durante un buen rato hasta que comenzamos a ver casas mejor conservadas que las del suburbio anterior, pero estaba segura de que aquello no era el centro.
Comenzó a llamar a las puertas y le oí suplicar para que nos dejaran pasar la noche, pero todos nos cerraban la puerta en las narices. Creo que iba a desistir cuando llamó a la puerta de la casa que hacía esquina con la calle. Ante nosotros apareció el rostro redondo de una mujer de cabellos morados y tatuajes plateados. Su rostro se volvió una mueca de horror cuando vio mi cuerpo maltrecho.
-Por favor-suplicó Christian que mantenía la vista fija en el suelo-Dejenos pasar la noche, no ocuparemos mucho espacio, podemos dormir en el suelo. Por favor...
-Pasad, pasad...-nos dijo ella con voz apremiante.
La casa era pequeña y acogedora, estaba bastante bien conservada pese a la guerra de hace dos años. Unos niños pequeños nos miraban atemorizados mientras comían un liquido transparente de un pequeño bol blanco. La mujer les dijo algo y nos llevó hasta una pequeña habitación que parecía haber sufrido los peores daños de toda la casa. Las paredes estaban cubiertas de grietas, moho y suciedad; ademas de cristales rotos y otras porquerías.
-Os traere unas mantas y algo de comer-nos dijo ella.
Christian le agradeció su hospitalidad y en cuanto desaparecio me deposito en el suelo y comenzó a revisar mi herida. Le dirigí una mirada rápida pero no podía ver mucho entre toda la sangre.
-¿Esta peor?-le pregunte.
La expresión de su rostro me comfirmó mis sospechas.
-Creo que esta infectada y aquí...-tocó en el lugar donde había entrado la bala e hice una mueca.
-Lo siento-se disculpó-Te pondrás bien, te lo prometo.
-Christian, si me muero...-comencé pero el me detuvo.
-No se te ocurra decir eso, ni siquiera pensarlo-me gruño.
Me miró indeciso durante unos segundos y entonces me besó. Fue un beso rápido pero sirvió para subirme el ánimo. Le sonreí.
-Creo que con esto servirá.
Ambos nos sobresaltamos al oir la voz de la mujer. Venía cargada con mantas, unos cachos de pan y un pequeño maletín. Christian le cogió las mantas y comenzó a arroparme con ellas. Volvió a agradecerle a la mujer su hospitalidad y le quitó los mendrugos de pan duro, que comenzamos a mordisquear.
Entonces ella comenzo a sacar trastos del maletín: vendas, un ungüento de aspecto casero, tijeras... Cuando hubo sacado más de la mitad de los utensilios comenzo a dar tirones de mi camisa hasta que la sacó, dejandome desnuda de cintura para arriba,
Note como me ruborizaba y vi a Christian apartar la mirada cuando la mujer le miró con el ceño fruncido.
-Eeh... Esperaré fuera.
La mujer comenzó a curar la herida aplicandole unguenteos y tónicos de olor infernal. Entonces cogió las tijeras y note como mi cuerpo se tensaba.
-Tranquila, no dolera mucho.-me dijo con voz dulce-Por cierto, me llamo Aled.
-Y yo Sophie-le dije tratando de sonreir.

2 comentarios :

  1. ¿Adónde va Nataaaaaaaaaaa???? ¿Qué le van a hacer???
    No sabes cuánto me alegra que hayas podido actualizar tan pronto :D. El capítulo me ha encantado, espero con ganas el siguiente!!
    ¡Un beso!!

    ResponderEliminar
  2. A donde se llevan a Nata?? Espero que no le hagan nada
    Pobre Sophie espero que pueda recuperarse
    El capitulo me ha encantado
    Un beso

    ResponderEliminar